La FARSA de "El Cuate": A quién Protege REALMENTE la Fiscalía de Michoacán | Carlos Manzo
Un solo disparo. Eso es todo lo que se necesita para apagar una voz, para borrar un futuro. El sábado pasado, esa bala no solo mató a un hombre; mató la esperanza de una ciudad entera. Mató a Carlos Manzo, el presidente municipal de Uruapan. Y mientras los medios nos daban un nombre, un culpable, un chivo expiatorio, yo sabía que estaban mintiendo. La verdadera razón por la que lo asesinaron es mucho más aterradora.
Uruapan, Michoacán. Si no eres de aquí, quizás te suene a un lugar lejano, exótico. Para los que vivimos aquí, es complicado. Es el corazón del oro verde, la cuna del aguacate que el mundo consume durante el Super Bowl. Es un lugar de belleza increíble, con bosques de pino y ríos cristalinos. Y también es una zona de guerra, un tablero de ajedrez ensangrentado donde los reyes no son políticos, son siglas: CJNG, Cárteles Unidos, Los Viagras. Y en medio de ese infierno, teníamos a Carlos Manzo.
Tengo que ser honesto con ustedes. Cuando Manzo ganó como independiente, pensé: "Pobre iluso, aquí no ganas sin el permiso de alguien". O te financia un partido corrupto, o te financia un cártel, o ambos. Pero Manzo era diferente. Lo decían todos. No tenía vínculos, era un hombre del pueblo, quería limpiar Uruapan. Y lo más peligroso de todo: le estaban creyendo.
Entonces salió esto: la última encuesta para la gubernatura de 2027. 44% de apoyo. Un independiente, sin el aparato de Morena, sin el dinero del PAN o el PRI, estaba barriendo el piso con todos. Se perfilaba como el próximo gobernador de Michoacán. Y entonces, el sábado, recibí el mensaje: "Mataron a Manzo".
Mi primer pensamiento no fue de tristeza, fue de rabia. Rabia porque, en el fondo, todos lo esperábamos. En Michoacán, cuando alguien brilla tanto, los que viven en las sombras buscan apagar su luz.
El caos de las primeras horas fue total. La fiscalía, con una prisa sospechosa, anunció que el asesino era un joven sicario del CJNG. Así de fácil. En menos de 48 horas, teníamos un culpable y un motivo: el CJNG, "porque sí". Y un caso cerrado. La prensa nacional lo repitió: guerra de cárteles, ajuste de cuentas, violencia imparable. Pero nada cuadraba. Absolutamente nada.
Matar a un alcalde tan popular no es como eliminar a un sicario rival. Es un movimiento de alto nivel. Es un mensaje. Y si el CJNG quería enviar un mensaje, ¿por qué hacerlo de forma tan burda y tan rápida, justo cuando el gobierno federal acababa de anunciar un nuevo "plan de paz" para Michoacán? Ahí fue cuando la historia oficial empezó a desmoronarse. Nos dieron la historia fácil, nos dieron el villano perfecto, pero se equivocaron. Y yo voy a demostrarles por qué.
Al final de este video, no solo entenderás por qué mataron a Carlos Manzo; entenderás el sistema podrido que lo asesinó. Entenderás por qué un plan de paz fracasó en 2014 con Peña Nieto y por qué volverá a fracasar ahora. Y entenderás la verdad que se esconde detrás del oro verde que todos consumimos. La pregunta no es quién apretó el gatillo; la pregunta es quién dio la orden. Y la respuesta es aterradora.
Lo primero que hace un sistema corrupto cuando hay una crisis es crear confusión. Y vaya que lo hicieron bien. La Fiscalía de Michoacán no solo dio un culpable, dio un nombre, o al menos un apodo: "El Cuate". Y filtraron una foto: Osvaldo Gutiérrez Vázquez, supuestamente el sicario. ¿Rápido, no? Demasiado rápido.
Me conecté a la entrevista de Luis Chaparro y no lo podía creer. Resulta que Osvaldo Gutiérrez Vázquez no es ese hombre, y no está muerto.
Entrevista con la hermana de Osvaldo:
"Nos enteramos por las redes sociales... Él se iba a presentar, pero la fiscalía se adelantó y se lo llevaron para investigarlo y checarle los tatuajes... Pero mi hermano salió limpio, no es el culpable... Ahora tenemos miedo de que nos pase algo. No podemos salir de nuestra casa, no podemos trabajar, no podemos hacer nada... A él le dicen 'El Cuate' solo en la familia, porque son gemelos. No sé por qué agarraron ese apodo para perjudicarlo... La autoridad no le dijo nada, solo que no tenía culpa y lo soltaron ese mismo día... Mi hermano es un hombre trabajador."
La mujer en la pantalla se llamaba Meli, y su hermano no estaba muerto ni era sicario.
¿Entienden la gravedad de esto? La fiscalía, en su prisa por cerrar el caso, agarra la foto de un trabajador del limón, la filtra a los medios, lo acusa de ser un sicario del CJNG, lo detiene a él y a su familia y luego, calladitos, lo sueltan cinco horas después porque, oh sorpresa, no era él. Esto no es incompetencia; esto es un montaje. Un montaje fallido. Están sembrando pistas falsas, están protegiendo a alguien. ¿Pero a quién?
Si la fiscalía miente sobre el "quién", es porque la verdad sobre el "por qué" es explosiva. Dejé la pista del CJNG. Si no fueron ellos, o al menos no solo ellos, ¿quién más se beneficia?
Empecé a buscar en otro lado: no en los sicarios, sino en los jefes, en los políticos. Y entonces encontré la columna del periodista Raimundo Riva Palacio. A veces le atina, a veces no, pero esta vez conectó los puntos, y la imagen que pintó me heló la sangre.
Riva Palacio dice que Manzo quedó atrapado en medio de la verdadera guerra de Michoacán: una guerra que no es solo CJNG contra quien sea, sino una guerra por el control político. Aquí está el gobernador Alfredo Ramírez Bedoya. Según Riva Palacio, él tiene una relación orgánica con un grupo, no con el CJNG, sino con sus enemigos mortales: Los Viagras.
¿Y quiénes son Los Viagras? Son un grupo que nació, irónicamente, de las autodefensas. Esos grupos que en 2014 el presidente Peña Nieto intentó legalizar en su propio plan de paz, un plan que fracasó miserablemente porque solo les dio uniformes y armas a los mismos criminales. Según la columna, el gobernador y Los Viagras buscan restablecer esas autodefensas, darles cobertura legal otra vez. ¿Para qué? Para retomar el dominio en las regiones que controlan. En otras palabras, para que el cártel del gobernador pueda operar con una placa.
Y aquí está el problema: Carlos Manzo. Manzo era un estorbo. No tenía vínculos. No quería jugar. Él no quería autodefensas controladas por Los Viagras; él quería al gobierno federal, quería al ejército y a la marina limpiando Uruapán. Estaba arruinando el plan. Era un bastardo valiente. Estaba solo, rodeado de lobos y, en lugar de esconderse, les pidió que encendieran las luces. Con su 44% de apoyo, no solo iba a ganar la gubernatura; iba a desmantelar el circo.
Entonces, ¿fueron Los Viagras? ¿El gobernador dio la orden para quitar al obstáculo que amenazaba su plan de "paz" (léase: control estatal)? Parecía la respuesta perfecta, pero había un problema. Si Los Viagras lo mataron, ¿por qué la fiscalía, presumiblemente controlada por el gobernador, su aliado, se esforzó tanto en culpar al CJNG? ¿Por qué no solo culparlos, sino hacerlo tan mal que se notara el montaje?
Volví a la columna de Riva Palacio, y ahí estaba la parte que había leído pero no había entendido. El mapa delictivo de Michoacán se divide en tres grandes regiones:
Costa (Lázaro Cárdenas): Contrabando de minerales. Controlada por "Seme Verdía", otro ex autodefensa.
Tierra Caliente (Apatzingán): El corazón del limón. Dominio de Los Viagras.
Zona aguacatera (alrededor de Uruapan): El Oro Verde. Y ¿quién tiene sus talleres de drones y su control ahí? El CJNG.
Carlos Manzo, el alcalde de Uruapán, el corazón de la zona aguacatera, el territorio del CJNG. Manzo no era un problema solo para el gobernador y Los Viagras; era un problema para el CJNG también. Un alcalde independiente e incorruptible, con un 44% de apoyo para gobernador, que pedía activamente la entrada del ejército en el corazón de la zona aguacatera, era una amenaza directa para el negocio del CJNG.
En la ecuación político-electoral-criminal, el alcalde ejecutado no cabía. Carlos Manzo no fue asesinado por un cártel; fue asesinado por el sistema.
Los Viagras se quitan al futuro gobernador que iba a limpiar el estado.
El CJNG se quita al alcalde que estaba limpiando su plaza.
Y el gobernador obtiene la cuartada perfecta: su enemigo político es eliminado por su enemigo criminal, y él puede salir en televisión condenando la violencia del CJNG y anunciando su "plan de paz" con sus autodefensas (Los Viagras), limpiándose las manos.
Mataron al hombre que no podían comprar.
El día después del asesinato, la gente de Uruapan salió a marchar. No gritaban venganza; pedían justicia, pedían paz, la misma paz por la que Carlos Manzo estaba luchando. El sistema funcionó a la perfección: el CJNG apretó el gatillo, eliminando la amenaza en su territorio. La Fiscalía Estatal, controlada por el gobernador, usó esa verdad (que fue el CJNG) de forma torpe—el montaje de "El Cuate"—para generar confusión y desviar la atención de la verdadera pregunta: ¿por qué nadie lo protegió? El gobernador, aliado de Los Viagras, ve como su principal rival político para 2027 desaparece, asesinado por su principal rival criminal. Es un ganar-ganar para el infierno.
Y Carlos Manzo está muerto. Muerto por ser la única pieza en el tablero que se negaba a moverse como le decían. Muerto por su 44%. Muerto por querer que Uruapan fuera de sus ciudadanos y no del mejor postor. Y nosotros, nosotros seguimos comprando sus aguacates, financiando sin saberlo esta guerra. El oro verde está manchado de sangre, y el asesinato de Manzo es la prueba más clara.
¿Qué nos deja todo esto? ¿Qué podemos aprender?
La incorruptibilidad es el crimen supremo. Manzo no fue asesinado por ser corrupto; fue asesinado por negarse a serlo. Su existencia amenazaba el status quo que permite a políticos y criminales cohabitar.
La "guerra contra las drogas" es una farsa. Es una guerra por el control territorial. No se trata de ideologías; se trata de quién controla los puertos, las minas, los campos de limón y, sobre todo, los miles de millones del aguacate.
El "plan de paz" de las autodefensas es una trampa mortal. Lo fue con Peña Nieto y lo será ahora. Legalizar autodefensas en Michoacán es, simple y llanamente, darle uniformes y poder legal a Los Viagras para que eliminen al CJNG. No es paz; es solo cambiar el nombre del patrón.
La desinformación es el arma principal del estado. El caso de Osvaldo, "El Cuate", no fue un error; fue una operación psicológica. Nos hicieron discutir sobre quién fue el sicario, para que no discutiéramos por qué fue el asesinato.
Mataron a Carlos Manzo, pero no pueden matar lo que él representaba: la idea de que un ciudadano común, sin partido y sin miedo, puede desafiar al sistema. La idea de que Michoacán no está condenado a vivir de rodillas. Su asesinato es una exposición: expuso las alianzas podridas, expuso la farsa de los planes de paz, expuso la cobardía de un sistema que prefiere un cementerio en orden a una democracia ruidosa.
La pregunta que nos deja su muerte no es "¿quién lo mató?" (ya lo sabemos: lo mató el sistema). La pregunta es: ¿qué vamos a hacer nosotros al respecto?
La familia de Osvaldo Gutiérrez Vázquez, el hombre falsamente acusado, merece una disculpa pública y protección. Y la gente de Uruapán merece justicia.
Comparte este video para que la historia de Carlos Manzo no sea silenciada por la narrativa oficial. Quiero saber qué piensas: ¿Crees que el nuevo plan de paz para Michoacán está destinado al fracaso? Deja tu opinión en los comentarios. Leamos y discutamos.
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