¿Casualidad o represalia? El PRECIO por exigir justicia: El video que silenció al exalcalde.
I. El Hecho Desencadenante: Un Video y una Desaparición
Las palabras tienen peso, a veces el peso de una losa. Para Alejandro Correa Gómez, esa pregunta dejó de ser retórica en la madrugada del 2 de noviembre de 2025.
Horas antes, había elegido hablar. En un video que circularía rápidamente, el exalcalde de Zinapecuaro, Michoacán, exigía justicia con furia y dolor por el asesinato de Carlos Manzo, el alcalde de Uruapan, ocurrido apenas un día antes. Alejandro no solo era un exfuncionario, era un hombre señalando el vacío de la ley.
Lo que él no sabía era que esas palabras, pronunciadas con convicción, no eran un escudo, sino un blanco. La madrugada del 2 de noviembre, horas después de que el video se difundiera, Alejandro Correa Gómez desapareció de la faz de la tierra en la localidad de Tierras Coloradas.
La pregunta en el aire de Michoacán no es si estos dos eventos están conectados, sino cuán implacable es el mecanismo que los conecta.
II. El Hombre Detrás del Video: Alejandro Correa Gómez
Para entender el vacío, primero debemos entender al hombre que lo precedió. Alejandro Correa Gómez no era solo un nombre en una ficha de búsqueda.
El Político Pragmático: Un hombre de 41 años con una carrera política que era un mapa de la complejidad de Michoacán. Gobernó Zinapecuaro de 2018 a 2021 bajo una coalición opositora (PAN, PRD, Movimiento Ciudadano). Para las elecciones de 2021, en un giro habitual en la política regional, buscó la reelección bajo la bandera de Morena, el partido en el poder federal, pero no ganó.
El Empresario en Riesgo: Quizás antes que político, era un empresario maderero. En Michoacán, esta no es una ocupación neutral, sino un territorio de disputa donde las fronteras entre lo legal y lo prohibido son peligrosamente porosas. Este negocio lo colocaba en un estado de vulnerabilidad permanente.
El Hombre de Fe y Familia: Su ficha de búsqueda detallaba un hombre con cicatrices y tatuajes que contaban otra historia: la palabra "mamá" en el brazo, "Todo lo puedo en Cristo" en el pecho, un ave fénix en la cadera y, en el mismo brazo, una cita bíblica que hoy resuena con ironía trágica: "No temas, porque estoy contigo" (Isaías 41:10). Horas antes de desaparecer, su última publicación en redes lo mostraba visitando la tumba de su madre.
Este era el hombre que grabó el video: un político experimentado, un empresario en una industria de alto riesgo y un hombre de fe que decidió hablar.
III. La Cronología Aterradora: Un Patrón Innegable
El análisis de la línea de tiempo es escalofriante y construye un caso circunstancial abrumador:
El Detonante (1 de noviembre): Asesinato del alcalde Carlos Manzo en Uruapan.
La Acción (inicios del 2 de noviembre): Alejandro Correa graba y difunde un video exigiendo justicia y señalando a las autoridades por su inacción.
La Consecuencia (madrugada del 2 de noviembre): Alejandro Correa desaparece. La ventana de tiempo entre el video y su desaparición es de apenas horas.
La Evidencia (hallazgo posterior): Su vehículo es encontrado con sus pertenencias intactas. Esto no sugiere un crimen común por robo, sino que el objetivo era únicamente la persona. El abandono de sus cosas es una declaración: quienes se lo llevaron solo querían silenciar su voz.
Conclusión: El Veredicto de los Hechos
La investigación nos deja con dos rastros posibles:
El Rastro del Empresario Maderero: Sugiere un ajuste de cuentas por sus negocios, una posibilidad lógica y plausible en Michoacán.
El Rastro Público e Inmediato: La secuencia detonante-acción-consecuencia es demasiado clara y específica.
La contradicción crítica es esta: ¿Es creíble que un ajuste de cuentas por sus negocios ocurriera por casualidad en las horas exactas siguientes a que desafiara públicamente al poder que asesinó a un alcalde?
El veredictum final que dicta la lógica de los hechos es que, si bien su vida como maderero lo hacía vulnerable, la desaparición de Alejandro Correa Gómez fue una consecuencia directa de su decisión de alzar la voz. El video fue su sentencia. Las palabras que pronunció buscando justicia para otro se convirtieron en la orden de su propia desaparición.
Esta historia es un espejo de una realidad nacional: la de una sociedad donde alzar la voz no es un derecho, sino un riesgo mortal. La lucha contra la impunidad se ha convertido, por desgracia, en el trabajo de todos. Es la lucha por asegurarnos de que el peso de las palabras sea el peso de la verdad, y nunca más el peso de una losa.
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